Agujeros Negros

Uno de los misterios más incomprensibles a los que los científicos se han enfrentado hasta ahora, es el fenómeno conocido como el de los agujeros negros. Se le denomina agujeros negros porque la densidad de su masa no permite escapar ni la luz. La única evidencia de que existen es el efecto que causa sobre otros objetos a su alrededor. Los agujeros negros son como torbellinos en el espacio; cualquier fragmento de materia que se acerque a ellos es absorbido. Partículas atómicas, polvo galáctico e incluso estrellas gigantes pueden desaparecer sin dejar rastro.
Los agujeros negros son estrellas gigantes que de manera súbita han implosionado, se han derrumbado hacia adentro. Existe una teoría según la cual este proceso es infinito: prosigue repitiéndose para siempre y la estrella se vuelve cada vez más pequeña y al mismo tiempo más densa. Una estrella 10 veces mayor que nuestro sol terminaría en un agujero negro de 64 kilómetros de diámetro. Una cucharada de esta materia pesaría millones de toneladas. Debido a que la fuerza gravitacional de esta materia densa y relativamente pequeña es tan poderosa, no hay nada que pueda escapar de ella. Y frente a ella todas las leyes de la física dejan de ser aplicables.
El primer agujero negro fue identificado el 16 de mayo de 1973. Los científicos estaban ya investigando las estrellas muertas; estas estrellas incluyen las denominadas enanas blancas, que es en lo que se convertirá nuestro sol cuando se enfríe, dentro de unos 8000 millones de años. Las estrellas de mayor tamaño tienen diferentes maneras de morir y se convierten en lo que se llama estrella de neutrones. Otras reciben tras su muerte el nombre de pulsar, debido a las señales regularmente intermitentes que emiten. Pero los científicos se preguntan qué es lo que sucede con las de mayor tamaño.
La clave del misterio está en la constelación de Cignus, el Cisne. Los científicos descubrieron que una estrella supergigante que integra esta constelación se había estado comportando de una manera extraña. Posteriores investigaciones demostraron que la estrella estaba sufriendo la atracción gravitacional de un vecino invisible. Apartir de entonces, los estudios intensivos realizados por los científicos ingleses Peter Sanford, Fred Hawkins y Keith Mason aportaron pruebas de que esta fuerza invisible era lo que se denomina ya un agujero negro. Casi al mismo tiempo se iniciaron investigaciones similares para probar la existencia de otro agujero negro, en el sistema estelar Epsilon Aurigae.
Los estudios sobre la supergigante de la constelación del Cisne han demostrado que grandes nubes de gas están siendo arrastradas desde la estrella hacia el agujero negro. A medida que la estrella gigante se aproxima, la luz emitida desde ese punto viaja tan lentamente que parece no moverse.
En teoría, si un hombre entrara en un agujero negro sería sometido a un proceso de estiramiento. Su imagen viajaría durante millones de años, aunque su caída al agujero negro sólo tardaría una fracción de segundo. Finalmente, la tremenda fuerza de gravedad lo desintegraría en átomos. Sin embargo en este punto, el tiempo y el espacio habrían perdido su significado convencional: nuestro hombre habría entrado en lo que los científicos llaman una singularidad, punto en el que un objeto increíblemente pequeño tiene una densidad y una gravedad infinitas.
El estudio de los agujeros negros puede ayudar a resolver el misterio de ¿qué es lo que mantiene unido al Universo?. Según la teoría del Big-Bang, el Universo fue creado por una enorme explosión y continúa en constante expansión. El gran científico alemán Albert Einstein sugirió que el Universo debe poseer una masa suficiente para mantenerse unido. Esta masa podría ser de la naturaleza de los agujeros negros, que contrarrestan los efectos de la gran explosión.


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